Tuesday, May 30, 2006

Crónicas del tomaco









"El árbol que provoca lágrimas de alegría en algunos es sólo una cosa verde en medio del camino para otros. Pero a los ojos del hombre de imaginación, la naturaleza es la imaginación misma. Tal como es un hombre, así ve. Como se forma el ojo, así son sus poderes”.
William Blake en una carta al Dr. Trussler.

La invención del tomaco

El tomaco, la unión del tomate y el tabaco, es una planta que nació de unos dibujos. En un memorable episodio de la teleserie Los Simpsons de 1999, su protagonista Homer Simpson se convierte en agricultor y de manera accidental descubre el “tomaco”, un híbrido mutante de tomate y tabaco. A pesar de que sus rojos frutos presentan un interior ocre y reblandecido, todo el que lo prueba queda inmediatamente enganchado dado su alto contenido en nicotina. El tomaco es una droga poderosa. En pocos días, Homer se hace rico vendiendo tomaco.










Recientemente, Rob Baur, un fan de Los Simpsons de Oregon, decidió traer a la vida su episodio favorito de la teleserie injertando una plántula de tomate en raíces de tabaco. A pesar de sus diferencias, el Lycopersicum esculentum y la Nicotiana tabacum pertenecen a la misma familia botanica: las solanaceas, y es por eso que pueden prosperar unidas en el proverbial tomaco.



















Fascinado por el descubrimiento del tomaco en internet, decidí copiar la idea para convertirla en un proyecto artístico probando a injertar tomacos en mi casa. Después de varios intentos fallidos, algunas muestras agarraron e incluso llegaron a dar fruto. Estas son imagenes de los injertos.





Animado por los resultados, decidí meterme de lleno en el proyecto del tomaco. Para mí, la unión del tomate y el tabaco representa una celebración del mestizaje y del Nuevo Mundo de donde provienen ambas plantas. El tomate, jugoso alimento, representa el cuerpo; y el tabaco, planta sagrada y droga poderosa representa el espíritu. El tabaco produce cancer, al tiempo que el licopeno del tomate lo previene. La unión de los dos mundos en el tomaco significa trascender la diferenciación de comida y droga, enfermedad y remedio, y cuerpo y alma.


En los meses siguientes pinté y dibujé al tiempo que compartía ideas con mis amigos: artistas, jardineros, antropólogos, y chamanes. En la primavera de 2005 y gracias a la invitación de Carlos Angulo surgió la oportunidad de ampliar la investigación bio-artística con la propuesta de un cultivo de tomacos en su finca, la Nueva Florida en Dos Hermanas, una hacienda de olivar muy cerca de Sevilla.















































Con la ayuda inestimable de José Gonzalez, un experimentado hombre de campo, preparamos y abonamos el terreno; y tendimos dos líneas de unos treinta metros de riego por goteo para recibir cien injertos de tomaco en la roja tierra nazarena.
A lo largo de los meses de primavera y verano cultivamos y cuidamos nuestras plantas, viéndolas crecer con alegría. El mato del tomaco se convirtió en mi lugar de trabajo al aire libre, recorriendo con deleite lo que imaginaba un verdadero jardín de esculturas vivientes en medio de la naturaleza.













































































































Viaje a México

En febrero de 2006 tuve el placer de conocer a María Concepción Pérez de Celis y Helena Hernández, curadora y directora respectivamente del Museo de Arte de Tlaxcala en México. Ellas me proponían trabajar en un proyecto para el museo y cuando empecé a hablarles de mis experimentos con el tomaco se contagiaron de entusiasmo por la idea. Poco tiempo después pude viajar por primera vez a México en busca de los orígenes de las dos plantas sagradas.


Realmente, el proyecto del tomaco entra con naturalidad en el contexto mexicano. El tomate y el tabaco, plantas originarias de esta parte del mundo tienen una tradición milenaria de uso alimentario y chamánico. Lo que los europeos conocemos como “tomate”, el Lycopersicum esculentum, se conoce en México por el nombre indígena “jitomate”. Para los mexicanos, el tomate es el pequeño tomate verde, de sabor más amargo y con una epidermis como se ve en la foto.


El tabaco ocupaba un lugar de honor en la cultura maya, y numerosos objetos dan testimonio del uso oficial y recreativo que se daba a esa planta. Cumplía un papel esencial en los rituales mayas, ya que el humo era el medio por el que los sacrificios ofrecidos a los dioses –que constituían una parte esencial en aquella civilización- podían alcanzar el cielo.



Conversando con antropólogos conocí el tabaco silvestre, Nicotiana rustica, una variedad que se diferencia del tabaco común en que es mucho más fuerte. Es esta variedad la que se utilizaba, y sigue utilizando en usos chamánicos como "tabaco de poder".



Ideario

La exposición Crónica del tomaco trata tanto de la historia de las plantas de tomate y tabaco y nuestro paisaje como de las narrativas históricas tal como son inscritas en el paisaje o en el lugar por la gente que vive o vivió aquí. Las intersecciones de naturaleza, cultura, historia e ideología forman el sustrato en el que crecemos; nuestra tierra, nuestra ciudad, nuestro lugar.

Estas narrativas aparecen en el significado cambiante de la naturaleza a través de la historia y los diversos valores asociados o adscritos a ella, en la medida en que estos apuntan a los diferentes objetivos sociales y políticos a los que su concepto se ha sometido. La naturaleza siempre ha sido tanto una fuente como una proyección de nuestra imaginación. En la edad Media, simbolizaba la religión; en el Renacimiento, la ciencia y en el Barroco la política. En la era moderna, la naturaleza ha sido designada como el lugar de discusión de diferentes grupos, a menudo con intereses políticos en conflicto. Andrew Ross ha señalado en The Chicago gangster theory of life que “…las ideas extraídas de la autoridad de la naturaleza casi siempre tienen su origen en ideas sobre la sociedad.” Así como la humanidad no existe fuera de la naturaleza, no puede afirmarse que nuestra concepción de la naturaleza exista fuera de la cultura o la sociedad.

Y sin embargo la cultura sólo puede definirse respecto a lo que no es. La naturaleza representa la irreductibilidad misma del deseo. Es la sombra verde que ha escapado de la “hechizante mirada museológica de la mediación” y “no ha entrado en representación” (Hakim Bey). La naturaleza como “diferencia, inmanente e inmediata, no sólo en el bosque sino incluso en el jardín o la ciudad como cristalización orgánica espontánea del deseo de la vida por sí misma”.



Como señala Vandana Shiva, en la actualidad, la ingeniería genética y los nuevos monopolios en el campo de la agricultura y la medicina estan robando a las comunidades del Tercer Mundo su creatividad, innovación y poder de decisión en la agricultura. En vez de que los propios agricultores decidan qué se planta en los campos y qué se sirve en la cocina, la agricultura basada en la globalización, la ingeniería genética y el monopolio empresarial de semillas crearán un sistema alimentario y una cosmovisión en la cual las corporaciones mundiales controlarán lo que se planta en nuestros campos y lo que comemos. Los ejecutivos de las corporaciones que invierten capital en el robo y la biopiratería se presentarán ellos mismos como creadores y propietarios de la vida.

No queremos una sociedad en esta situación de usurpación violenta de la creatividad de los ciudadanos del Tercer Mundo por parte de las corporaciones mundiales de la biotecnología, que se llaman a sí mismas la “Industria de las Ciencias de la Vida”, aún cuando llevan a la extinción a millones de especies y millones de pequeños agricultores.




Federico Guzmán
Sevilla junio 2006


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